Un ejemplo, no muy lejano, de superación, es el conocido Sergio Ramos. En un momento crucial de su carrera profesional como jugador de fútbol falló un penalti decisivo en uno de los partidos que debutó con el Real Madrid y, tras ello, el mundo informativo y de las redes sociales lo hundieron bajo tierra como si de una pequeña hormiga se tratara. Nadie se paró a pensar en todo el esfuerzo que esta persona había realizado durante toda su vida para llegar al privilegiado lugar en el que estaba posicionado, si no que únicamente recordaron el fallo que habia cometido, esfumándose así toda su trayectoria futbolística. Pero, a pesar de ello, Sergio Ramos se armó de valor y se levantó del suelo para combatir contra un mundo que lo despreciaba y demostrar que él era capaz de lograrlo. Así, en otro partido decisivo con la Selección española, quisó formar parte del logro de la victoria, y así fue, con coraje y valentía metió uno de los penaltis que nos llevó a la gloria y , de nuevo, recuperó el respeto de todo un país.
La vida a veces te golpea sin remordimiento, te obliga a combatir contra las barreras que ella misma te impone, pero en nosotros mismos está la clave para ganar la batalla. Como buenos docentes debemos aprender a levantarnos cada vez que la vida nos golpea, a asumir responsabilidades con las que puede que algún día nos equivoquemos, y nos critiquen por ello, pero siempre sabremos cómo remediarlo. Quizás al principio sea una tarea difícil y sintamos que no somos capaces de lograrlo, pero con voluntad, constancia y valentía nada es imposible.
Además de estos valores imprescindibles como maestros, en nuestro currículum como docentes deben estar grabadas las palabras ilusión y entusiasmo. Son totalmente necesarias para que nuestra profesión prospere y nosotros prosperemos con ella. Un ejemplo de ello es la energía y el entusiasmo con el que David Bisbal canta su single Ave María en los premios Tu Mundo de este año, tras 10 años transcurridos desde el video clip en el que la cantó por primera vez. A pesar del tiempo transcurrido y de las consecutivas veces que ha cantado la misma canción, todavía muestra la misma ilusión que la primera vez, porque lo hace por vocación y por lograr su felicidad y la de su público.
Nosotros debemos hacer lo mismo, a pesar de las reiteradas veces que enseñemos una cosa año tras año, debemos comenzar el año escolar con la misma ilusión que tienen nuestros alumnos al vivir esa nueva experiencia para ellos. Nunca debemos olvidar que somos maestros y enseñamos por vocación y que si alguna vez nos cansamos de lo que hacemos debemos buscar nuestro verdadero sueño, porque se lo debemos a nuestros alumnos y alumnas, a esas personas que se van a desarrollar intelectualmente gracias a nosotros, y si no cumplimos con nuestro trabajo gratamente podemos convertirnos en un bache en sus vidas que en un futuro pueda perjudicarles . Por ello, debemos ser conscientes de que no sólo nuestra vida depende de nuestro trabajo, si no también la de muchos niños y niñas.
Tan importante es sentirnos reconocidos nosotros mismos en nuestra profesión como hacernos respetar entre los demás. Vivimos en una sociedad de sensaciones en la que las carreras más respetadas son las más prestigiosas a su parecer. Pero no se cae en la cuenta de que los docentes somos igual de importantes que los médicos, o que cualquier otra profesión memorable, ya que gracias a la medicina curamos nuestras enfermedades y vivimos sanos, pero gracias a la educación la sociedad se va desarrollando y evolucionando generación tras generación. Los maestros tenemos el complicado papel de sacar a dicha sociedad adelante, y aún así, no somos reconocidos como tal.
A pesar de vivir en una sociedad en la que no se nos respeta como profesionales, debemos ser nosotros los que construyamos un muro, ladrillo a ladrillo, de valor, respeto y orgullo por nuestra profesión. Todos los principios son duros y costosos, pero querer es poder y juntos lograremos hacernos un pequeño pero distinguido hueco en este mundo.
