Hoy en día, todos y cada
uno de nosotros somos catalogados por el número de conocimientos que almacenamos
en nuestra mente. Vivimos en el mercado del conocimiento, somos traficantes de
la información que disponemos al alcance de nuestras manos y combatimos los
unos con los otros por ocupar un lugar privilegiado dentro de este mundo
intelectual. Pero hay personas que, debido a causas adversas, se quedan a las
puertas de este admirado mundo. En ocasiones, son los habitantes del mismo los
que crean una barrera infranqueable para que aquellas personas que no disponen
de una conexión a internet las 24 horas del día no puedan entrar en su dichoso mundo,
dando lugar así a la aparición de una brecha digital que separa socialmente a
las personas según el grado de conectividad y digitalización que posean.
Pero como ciudadanos de este
mundo, no debemos adoptar la posición de meros espectadores e ignorar este
atentado como si no nos incumbiera, si no que debemos tomar cartas en el asunto
y luchar por lograr una inclusión digital, por acabar con las desigualdades
sociales y solidarizarnos con los más desfavorecidos e incluirlos en nuestro
mundo, en el mundo de todos.
Así como también, es
fundamental que como futuros docentes fomentemos la alfabetización digital en
el aula y, consecuentemente, desarrollemos el background informático de todos y
cada uno de nuestros alumnos y alumnas partiendo de su base para que todos por
igual adquieran los conocimientos informáticos necesarios para convivir en la
nueva era de la tecnología en la que están inmersos. Dentro de las aulas, desde
la edad temprana se debe de impartir la competencia digital, considerándola
igual de imprescindible que cualquier otra competencia vigente en el currículum
de educación infantil, y fomentar el uso de las TICs para que desde bien pequeños tengan acceso a la información y estén preparados para afrontar con éxito el mundo
en el que viven.
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